

Durante sus primeros años de carrera, cuando aún no tenía claro a qué proyectos quería dedicarse y cuáles de sus historias tenían más o menos potencial, el joven Quentin Tarantino se dedicó a escribir guiones para las ideas que se le ocurrían. Por ello, esta época fue particularmente prolífica en cuanto a la realización de historias que luego, por unos motivos u otros, terminaría sin dirigir.

El primer guion que terminó convirtiéndose en película fue el de Amor a Quemarropa (True Romance, 1993). La historia era una reinterpretación de la que había sido la primera película de Tarantino, My Best Friend’s Birthday. Esta primera historia fue un completo desastre: el presupuesto era ínfimo, el guion, flojo, y las interpretaciones rozaban el ridículo (lideradas por la del propio Tarantino, que interpretó al protagonista de la historia. My Best Friend’s
Birthday terminó quemándose en un incendio (a día de hoy solo se ha visto la primera mitad de la película, y es suficiente para comprobar que la calidad de la historia no era demasiado alta).
Sin embargo, el Tarantino que reescribió su historia años después no sólo había mejorado notablemente como director y guionista, sino que había recibido apoyo incontestable de crítica y de público por su ópera prima, Reservoir Dogs.
El guion de Amor a Quemarropa no tenía demasiados cambios respecto al punto de partida de My Best Friend’s Birthday, aunque sí cambió el desarrollo de la historia y obviamente, la concepción general, pasando a ser mucho más ambiciosa en todos los aspectos.
Amor a Quemarropa nos cuenta la historia de Clarence (Christian Slater), un joven que trabaja en una tienda de cómics, y que es extremadamente fan del cine de artes marciales y de Elvis Presley. El día en el que cumple años, visita – como es ritual cada año – un cine de su barrio para una sesión triple de cine de kung fu. Sin embargo, esta vez la cosa es diferente, y durante su estancia allí conoce a Alabama (Patricia Arquette), una atractiva mujer que parece tener las mismas aficiones que él. Después de pasar la noche junto a él, Alabama le confiesa la verdad: no estaba en el cine por casualidad, sino que era una prostituta a la que el jefe de Clarence había contratado como regalo de cumpleaños para él.
Esto es todo lo que tienen en común Amor a Quemarropa y la primera aproximación al cine de Tarantino, puesto que todo lo que sucede a partir de entonces es consecuencia de una mayor capacidad narrativa y económica.
Clarence y Alabama terminan iniciando una relación después de la revelación de ella, y el intento de Clarence de enfrentarse al ‘chulo’ de Alabama termina provocando una desafortunada sucesión de acontecimientos. El resultado final es una película divertida, al estilo road movie durante parte del metraje, que homenajea a cintas clásicas

Cartel de Amor a Quemarropa
como Bonnie & Clyde. Clarence y Alabama huyen de narcotraficantes, del FBI, y hasta de la mafia siciliana mientras planean su idílico futuro juntos.
La historia de Clarence y Alabama terminó cayendo en manos de Tony Scott, quien consiguió darle su estilo a la película pero no opacar el material original de Tarantino, que destacó por encima de la no excesivamente buena dirección de Scott.
El sello de Tarantino, pese a no estar por entonces para nada definido, puede verse en Amor a Quemarropa: los diálogos divertidos apelando a la cultura pop (en los monólogos que suelta Clarence sobre Elvis a todas las mujeres que conoce), las reflexiones y enfrentamientos dialécticos entre enemigos (la discusión entre el padre de Clarence y el Capo sobre los orígenes de los sicilianos), y la omnipresente presencia de la violencia.

Cartel de Asesinos Natos
En segundo lugar, Tarantino escribió el guion de Asesinos Natos, una historia que, como la anterior, presentaba semejanzas con Bonnie & Clyde aunque desde una perspectiva mucho más turbia y violenta. Los protagonistas eran Woody Harrelson y Juliette Lewis, dos actores emergentes y con mucho potencial en aquella época. Sin embargo, el resultado final de la película, combinado con el extraño estilo que Oliver Stone le dio a la historia tras las cámaras, hizo que Tarantino se declarara totalmente en contra de aquella cinta y de su relación con ella. Stone hizo una película demente, con personajes histriónicos y sobre actuados, planos aberrantes y una atmósfera completamente delirante. La Asesinos Natos de Stone, si bien podía servir de muestra
del personal estilo del cineasta, tiraba por tierra el trabajo de Tarantino como guionista (o eso consideró él).
Por último, hay otro guion en el que trabajó durante el periodo de cuatro años en el que se dedicó a escribir historias. Se trata del de Abierto hasta el Amanecer. En este caso, las circunstancias fueron totalmente distintas puesto que no lo escribió con necesidad de venderlo, sino que fue un proyecto conjunto con su amigo – también cineasta – Robert Rodriguez (con quien también terminaría embarcándose en el proyecto Grindhouse casi diez años después). En este caso, Rodriguez estaría tras las cámaras, y Tarantino, además de componer el guion de la historia, sería uno de los protagonistas de la misma.
De esta forma, estamos ante el papel como actor más destacado de la filmografía de Tarantino, puesto que está bastante acertado como
psicópata algo pasado de rosca con un –sorpresa – descontrolado fetiche por los pies femeninos (de hecho, su poder como guionista le dio a su personaje el protagonismo en una escena que el director tardaría en olvidar).
La historia en este caso tendría dos partes diferenciadas, que se pueden ver en el video de la derecha: una primera parte, road movie, con predominancia del guion de Tarantino en la que los protagonistas (dos hermanos criminales) son perseguidos por la policía, y toman de rehenes a una familia que está de vacaciones para poder cruzar la frontera con Mexico; y una segunda en la que la locura de Rodriguez tomaría el mando. Por ello, Abierto hasta el amanecer es en su primera hora un thriller violento y crudo con toques de comedia negra, y en su segunda una auténtica locura oda al cine de serie b y a las películas de vampiros. Pese a la extraña
combinación, el proyecto funciona y ha quedado como un divertido paréntesis en la carrera de Tarantino.